Nació en Bs. As. el 13 de diciembre de 1798. Fue su padre José Gregorio Hernández Plata,
nacido en Jerez de los Caballeros, Extremadura, España, y María Antonia de los
Santos Rubio y Moreno, del cual nacieron doce hijos, entre ellos los después
coroneles Juan José Luciano y Eugenio María, y también Pedro Pascual Rafael
Hernández, padre del celebrado poeta José Hernández, autor del “Martín Fierro”.
Don José Gregorio fue comerciante, siendo propietario de una
barraca de comercio en la zona sur bonaerense.
Fue regidor del Cabildo de Buenos Aires y participó el 22 de mayo de
1810 en el histórico Cabildo Abierto.
Juan José Hernández concurrió de niño a los colegios de su
ciudad natal, cursando en ellos sus primeros estudios, pasando luego a España,
donde se inició en la carrera de las armas.
En su niñez había presenciado los épicos episodios de las invasiones
inglesas, que hirieron vivamente su cerebro infantil. También dejaron señal indeleble en su
espíritu los acontecimientos de mayo de 1810 y la partida del Ejército
Auxiliar.
Se alistó como voluntario bajo las órdenes del entonces
sargento mayor Angel Pacheco, durante el interinato de gobierno del coronel
Manuel Dorrego, después del sitio que soportó Buenos Aires por las montoneras
vencedoras en la Cañada de la Cruz.
Entró a formar parte en clase de “aventurero” en el Batallón de
Cazadores, cuando este cuerpo se pronunció en esta ciudad, el 9 de julio de
1820.
Con él marchó a campaña el día 18 del mismo mes a las
órdenes de Dorrego, asistiendo a la toma de San Nicolás, el 2 de agosto; así
como también a la batalla de Pavón, el 12 de este mes, en la que fue derrotado
Estanislao López. Se encontró en la
acción de Gamonal, o de “Cañada del Monte”, el 2 de setiembre de igual año
donde fue batido Dorrego por el caudillo santafecino. Cinco días después, el 7 de setiembre de
1820, aquel Gobernador le extendía a Hernández despachos de teniente 2º
agregado al Batallón 2º de Cazadores.
El 9 de octubre de 1826 fue promovido a capitán de la 2ª
Compañía del 2º Escuadrón del Regimiento 5º de Caballería de Línea. Poco después se incorporó al ejército de
operaciones contra el Brasil, asistiendo a la batalla de Ituzaingó, por lo que
recibió el cordón de honor y el escudo discernido por el Superior Gobierno.
Con fecha 7 de enero de 1828 el gobernador Dorrego le
extendió despachos de sargento mayor del Escuadrón llamado “Defensores del
Honor Nacional”, cuerpo con el cual permaneció acampando un tiempo en la Isla
de Martín García, hasta que marchó a incorporarse a las fuerzas en operaciones
contra los imperiales. Sublevado dicho
Escuadrón por las intrigas del general Rivera, este último tomó a su cargo la
conquista de las Misiones Orientales, ocupadas por los brasileños; el sargento
mayor Juan José Luciano Hernández marchó en julio de 1828 a formar parte del
Ejército del Norte, que bajo el superior comando del general Estanislao López,
debía operar contra los imperiales en el territorio de Misiones; prestando
servicios en el Regimiento de Dragones desde el mes de setiembre, en Itaquí,
sede de la comandancia en jefe de aquel Ejército, que ejerció el general
Fructuoso Rivera hasta el final de la guerra, operando sobre San Borja, San
Francisco y Cruz Alta. En el curso de la
campaña, Rivera propuso a la Superioridad que otorgara a Hernández la jerarquía
de teniente coronel, la que se le concedió más adelante.
Hernández participó en la lucha contra el general Lavalle e
hizo la campaña de Córdoba contra el general José María Paz, asistiendo al
combate de Fraile Muerto, el 5 de febrero de 1831, bajo el mando de Pacheco; y
en el cual fue derrotada la vanguardia del ejército enemigo mandada por el
coronel Pedernera. Hernández pasó el día
9 de aquel mismo mes, a comandar el 1er Escuadrón de su regimiento, a cuyo
frente se halló en las jornadas de Calchín y Villa de los Ranchos, contra el
ejército de Paz. Terminada la campaña,
el 19 de julio de 1831 fue designado su edecán por Juan Manuel de Rosas;
revistando desde esta fecha en la Plana Mayor de Edecanes.
Acompañó al Restaurador en su campaña al Desierto, en 1833,
mandando el Escuadrón Escolta; asistiendo a la toma de la Isla de Choele-Choel
y a otras operaciones de importancia que tuvieron lugar en aquella
expedición.
Desempeñó la comandancia de Patagones hasta diciembre de
1841, en que regresó a Buenos Aires.
Desde 1849 revistó en
la Plana Mayor de Edecanes de Juan Manuel de Rosas y para la campaña de Caseros
fue nombrado jefe de uno de los agrupamientos de infantería. Asistió a la Junta de Guerra convocada por
Rosas la noche del 2 de febrero de 1852, y en la batalla del día siguiente,
junto con el coronel Jerónimo Costa, Hernández tuvo a sus órdenes 8 batallones
de infantería y varias piezas de artillería, que ocuparon el centro del
dispositivo rosista. Combatiendo con
denuedo por la causa que había sostenido por espacio de un cuarto de siglo,
murió gloriosamente al frente de las tropas, cuyo comando se le había confiado.
El coronel Hernández halló la muerte en circunstancias en
que trató de imponer la disciplina a sus tropas contagiadas por el ejemplo
desalentador de otros cuerpos, y que empezaban a desbandarse. Sus propios soldados cometieron la infamia de
volverse contra su Coronel y hacerlo víctima de su cobardía, acribillándolo a
golpes de lanza. Sus restos quedaron en
el campo de batalla, y allí hubieran permanecido abandonados hasta ser
sepultados en montón, si su cuñado, el Dr. Antonio Marcó del Pont, no se
hubiese impuesto la piadosa misión de ir a recogerlos y conducirlos hasta el
Cementerio de la Recoleta, donde fueron inhumados. Según la tradición de familia, Marcó del Pont
pudo identificar el lugar donde estaban los restos del coronel Hernández,
gracias a la lealtad de un hermoso perro de este último, que le acompañó en la
batalla, y muerto su amo, permaneció a su lado dos días, aullando tristemente,
lo que permitió hallar el cuerpo de Hernández.
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