Debemos agradecer al cambio climático, limitar
el tráfico, intercambio y uso de la lamparita eléctrica de filamentos.
Contribuye esta sabia decisión a nuestro esfuerzo por enterrar definitivamente
la figura de Thomas Alva Edison, ese gran genocida que el mundo sigue
perdonando.
De ese sordo inventor que propuso la
corriente alterna sólo como fuente de alimentación óptima para la silla
eléctrica, tratando de aplastar con su dudoso prestigio la enorme tarea del
probo Nikola Tesla. Un sujeto cuya mente
parió una infinidad de artilugios demoníacos, al que al día de hoy, las glorias que se
cantan son demasiadas. Nosotros, los defensores de la ciencia, como portavoces
de la justicia verdadera, pedimos que se termine con esta mentira infame, y
aprovechando el renovado interés por el realismo, vamos a dejar aquí nuestra
denuncia, que si la ciudadanía está realmente emancipada de la incultura y las
enfermedades de transmisión cutánea (especialmente el crecimiento capilar, o
gorilismo), estamos seguros de que no habrá malos oídos y después malos hocicos
que malogren nuestra causa.
No damos la espalda a los logros
indiscutibles del sujeto Thomas Alva Edison, al que en adelante llamaremos sólo
como Edison. Dejamos aquí, para demostrar nuestra ecuanimidad, una lista de los
inventos más notables de esta personalidad criminal:
1868: Artilugio para el recuento
automático de votos. Patentado y sin éxito alguno hasta ochenta años después. Para tramitar la patente, Edison contrató al abogado Carroll D. Wright.
El instrumento se llevó ante un comité del Congreso de Washington. Ahí
el veredicto fue brusco pero honesto: "Joven,
si hay en la tierra algún invento que no queremos aquí, es exactamente
el suyo. Uno de nuestros principales intereses es evitar fraudes en las
votaciones, y su aparato no haría otra cosa que favorecerlos"
Aparato para el recuento de votos |
1875: Mimeógrafo: Un aparato para hacer
copias de cartas impresas. Vergonzoso frente a la prolífica fotocopiadora de
silicato de zinc.
1878: Fonógrafo. El primer instrumento para
grabar y reproducir sonidos reales. Funcionaba con discos de cartón y
posteriormente cilindros de cera de ínfima calidad sonora. Dios salve al
gramófono, que apareció en nuestro mundo barriendo tamaña estafa técnica. Dios
salve, pues, al padre de la nueva técnica gramofónica: Emile Berliner.
1880 maso, inventa una demoníaca alarma
casera con un sistema para avisar a la policía, cuya paupérrima precisión
despertaba barrios enteros cuando registraba, por ejemplo, las pisadas de un
gato atravesando la ventana.
1890: Kinetoscopio, una burda carcasa
que no le llegaba a los pies al glorioso cinematógrafo de los Lumiere, pero que
le granjeó ingentes beneficios.
Bien. Seguro que Ud hasta acá no habrá
hecho más que aplaudir. Lo entendemos. Celebran los inventos de ese chiflado
como se celebran las monerías de un chico. Pero hay un invento más, que Edison
se preocupó toda su vida de silenciar por la forma ominosa en la que se deshizo
de él después de que sus asesores le aconsejasen que abandonase la empresa: la
muñeca parlante Edison, o como nosotros la llamamos: la gran víctima de Edison.
La gran víctima fue inventada en 1886.
La madre muerta de las posteriores muñecas parlantes, la primera, la mártir de
una estirpe hoy día condenada a la desaparición o, peor todavía, a la mutación
horripilante en Furby, el osito Teddy y otros transgénicos jugueteros.
La noticia del crecimiento inverso de la
curva de ventas de la muñeca llegó a los oídos de Edison. Suponemos que abrió
uno de los cajones de su escritorio, sacó de allí a una de sus muñecas
parlantes, y después de mirarla y quizás relamerse blandamente los labios, tomó
la decisión de abandonar el negocio. Qué fue de la muñeca que el tirano
guardaba en su cajón es algo que ignoramos por completo, pero sabemos qué
ocurrió con las demás.
Los operarios recibieron la siguiente notificación,
firmada por el mismísimo Edison:
“Trabajadores:
La muñeca parlante que producimos debe dejar de fabricarse de inmediato. Todos
los ejemplares que hay en los almacenes de nuestra casa, deben ser enterrados
en una gran fosa que se excavará en la parte trasera del hangar número 43 de
nuestras instalaciones”
Y
nosotros decimos que la corriente continua y todos los inventos de Edison
deberían desaparecer de faz de la tierra, que todas las lamparitas de filamento
deberían apagar para siempre el recuerdo del responsable del genocidio de todas
esas niñas de porcelana y metal, cuyos pequeños corazones de cera siguen
recordando con sus inocentes frases infantiles el pecado y la maldad del padre
que las abocó al sufrimiento eterno.
Desde hace más de ciento veinte años, sus
voces brotan de debajo de la tierra para recordarnos lo que Thomas Alva Edison
les hizo. ¿Quién será el maldito que se atreva a no escuchar?
Con esa cara de bueno, Edison era un descarnado capitalista y un genocida |
No hay comentarios:
Publicar un comentario