“…Dije que me había resignado a ser víctima. Más aún: me había resignado
a vivir una vida común, monótona, que me parecía estéril pero que consideraba
inevitable. Y no veía ninguna esperanza de salir de ella. Por otra parte,
aquella vida mía, agitada dentro de su monotonía, no me daba tiempo para nada.
Pero en el fondo de mi alma, no podía resignarme a que aquello fuese
definitivo.
Por fin llegó “mi día maravilloso”.
Todos, o casi todos, tenemos en la vida un 2día maravilloso”
Para mí, fue el día en que mi vida coincidió con la vida de Perón…”
(Eva Perón, “La
razón de mi vida”, Cap. 6, CS Ediciones, Buenos Aires, 2006)
A las ocho y cincuenta y dos de una asfixiante noche del 15 de enero de 1944, un terrible terremoto de casi 7,5 grados de
intensidad hizo vibrar durante unos interminables cuarenta segundos a San Juan.
Destruyó a la ciudad, dejando un saldo de más de siete mil muertos, doce mil
heridos, el 90% de las viviendas destruidas, y pérdidas incalculables. Este
hecho provocó una conmoción increíble en todo el país. Era la peor tragedia de
la historia argentina.
Los diarios
del día siguiente describían:
“…No faltó tampoco, en estos momentos inolvidables, la escena fuertemente
emotiva. En efecto, gran cantidad de personas ligadas por parentesco a
pobladores sanjuaninos, echó mano a todo recurso para lograr ubicación en los
coches, cooperando con bonos de nafta, comida, etc. La necesidad de dar prioridad
a médicos y enfermeros, anuló toda posibilidad de cumplir con esos pedidos…”
CRÍTICA, 16 de enero de 1944
“…la celeridad con que las autoridades efectuaron los trabajos previos
permitió que esta tarde salieran para San Juan cinco automóviles conduciendo
personal médico y dos camionetas de la Dirección de Obras Públicas,
transportando los equipos sanitarios, medicamentos y elementos para primeros
auxilios. La asistencia pública también contribuyó con la ambulancia y el
Departamento de Salud Pública envió un furgón con medicamentos e instrumental…”
EL LITORAL, 16 de enero de 1944
También se
llevó un equipo de rayos X y se solicitó a los médicos locales la donación de
placas radiográficas. Además, el Colegio de Farmacéuticos pidió colaboración
entre sus asociados para que realizaran donaciones, que eran enviadas a esa
provincia andina, al tiempo que la Cruz Roja Argentina comité Santa Fe se puso
a disposición para lo que fuera necesario colaborar.
Pte. Ramirez y Cnel Perón |
El entonces
Presidente Pedro Ramírez ordenó al Coronel Perón, a cargo de la Secretaría de Trabajo
y Previsión que se pusiera al frente de la coordinación de la ayuda a los
damnificados que habían sobrevivido, pero perdiéndolo todo…
“…En los
días siguientes se comenzaron a organizar partidas de rescate. El ferrocarril
Pacífico habilitó servicios extra de ayuda, evacuando a miles de personas y
transportando víveres y medicamentos. El gobierno sanjuanino se había instalado
en la Plaza 25 de Mayo, dado que su sede central había quedado totalmente
destruida.
En todo el
país se organizaron colectas, en tanto el
gobierno asignaba una ayuda inmediata de diez millones de pesos. El 17
de enero, el presidente Ramírez viajó a San Juan para observar la situación. El
18 de enero fue declarado Día de Duelo Nacional. Campo de Mayo recibió cientos
de refugiados que llegaban todos los días, hasta que se hizo necesario detener
el éxodo sanjuanino para encarar la tarea de la reconstrucción.
El Concejo
Deliberante de Bueno Aires, a instancias de Perón, creo la Comisión Nacional de
la Colecta: se realizaron festivales y se pasaron alcancías por las calles. El 22 de enero se realizó en el
Luna Park el Festival de la Solidaridad.
Allí se
conocieron Eva Duarte y Juan Domingo Perón...”
(Vera
Pichel, “Evita íntima”, Pág 56, Editorial Planeta, 1993)
Perón habló
al país a través de la cadena de radiodifusión:
“La
Secretaría de Trabajo y Previsión convoca para el lunes a todas las personas
dirigentes o representantes de la banca, de la industria, del comercio, de las grandes
entidades deportivas y culturales, del teatro, del cine y cualquier otra
representación para formar la comisión de una gran colecta en beneficio de los
damnificados por el terremoto de San Juan. Espero a todos estos señores en el
recinto del ex Concejo Deliberante el lunes a las 18 horas, y espero también
que nadie ha de faltar a esta cita de honor y de solidaridad nacional”
“…Cronología
del encuentro
11 horas: Se
reúnen en la Secretaría de Trabajo y Previsión el Coronel Juan Domingo Perón,
el coronel Argüero Fragueyro, el teniente coronel Domingo Mercante, el mayor
Terrada, cadetes del Colegio Militar, junto a actores y actrices que
intervenían en la colecta callejera y el Festival del Luna Park. Es muy
probable –aunque no existen testimonios de ello- que Eva Duarte haya estado
presente en esa reunión.
16 horas:
Comienza el espectáculo continuando con la presencia de casi todos los actores
argentinos.
22.30 horas:
Arriba al estadio Luna Park el presidente de la nación, Pedro Pablo Ramírez, en
compañía de su esposa y el coronel Perón.
23 horas:
Hablan el presidente Ramírez y Perón, quien en su discurso marca el contraste
entre “el sufrimiento de la clase trabajadora” y “la buena vida de muchos
potentados”
2 horas:
Finaliza el espectáculo.
2.15 horas:
Perón rechaza un agasajo de los artistas intervinientes.
2.30 horas:
Juan Domingo Perón, otra persona de sexo masculino (algunas versiones indican
que se trataría de Imbert o del director de un importante vespertino porteño),
Eva Duarte y otra actriz (¿Olga Zubarry?, ¿Anita Jordán? ¿Rita Molina?) ascienden
a un auto y parten con rumbo desconocido…”
(Otelo
Borroni y Roberto Vacca, “La vida de Eva Perón”, págs. 71 y 72, Editorial
Galerna, 1970)
Lo cierto es
que existen varias versiones acerca del encuentro. Para Don Arturo Jauretche,
quien propició el encuentro fue Homero Manzi. Para el animador y locutor
Roberto Galán, quien lo hizo fue él mismo.
Más allá de
la fuente que se cite, aquella noche junto a Perón estaba el coronel Aníbal
Imbert, Director Nacional de Correos y Telégrafos, responsable de controlar
todo lo que sucedía en la radiofonía de esos tiempos.
“…Las filas
atrás fueron acondicionadas para un manojo selecto de invitados. En el acceso
al sector, Domingo Mercante impedía el paso de los curiosos y oteaba, desganado,
cómo las actrices revoloteaban en torno de los uniformados. Sin embargo, la
observó a Evita a la distancia. Supo que había llegado a ese lugar a los
empujones y ya no podía ignorarla. Estaba vestida de negro, hasta los guantes,
y con sombrero de pluma blanca. Se acercó junto con su amiga Rita Molina,
también actriz, y le regaló una sonrisa. En ese momento, el azar quiso que el
presidente Ramírez y su esposa decidieran abandonar el Luna Park. Perón e
Imbert se levantaron de sus butacas para despedirlos. Astuto, Mercante tomó del
brazo a Eva y, haciendo presión, le dijo:
- ¿Ve esa
silla vacía? Bueno, vaya y siéntese.
Ella
titubeó. Estaba sorprendida por el comentario. No dijo nada y se quedó
estupefacta. Segundos después preguntó:
- Pero,
Mercante, ¿ahí? ¿al lado del coronel?
- Sí,
siéntese, cállese, y no se mueva de ese lugar…”
(Domingo
A. Mercante “Mercante: el corazón de Perón”, Ediciones de la Flor, 1995 )
Desde
aquella noche quedó sellada entre aquella chica de apenas 24 años y ese hombre que la doblaba y más en edad,
tenía 49 años, una relación que traspasó lo estrictamente amoroso. Nacía una
alianza que iba a cambiar para siempre el destino del país.
Hoy se
podría llegar a decir que aquel día fue, para Argentina, un punto de inflexión
en la historia del Siglo XX. Ya nada volvería a ser lo mismo…
Después
vendría el 17 de octubre, la fórmula Perón–Quijano, Spruille Braden, las plazas
llenas de descamisados, el histórico renunciamiento, la enfermedad y la muerte.
Pero esa es otra historia…
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