En las últimas décadas del siglo
XIX y las primeras del siglo XX surgió y se afianzó un conjunto muy
significativo de innovaciones tecnológicas que tuvieron una gran incidencia en
la calidad de vida de la población. Una breve enumeración puede dar una idea de
su importancia para la vida cotidiana: el teléfono, la iluminación eléctrica,
el motor de explosión, el neumático, los sistemas de agua corriente, la máquina
de escribir, el ascensor, la bicicleta, la aspiradora, el automóvil, el
aeroplano, el frigorífico, el fonógrafo, el cinematógrafo, la aspirina.
El avance en la investigación
médica, con los descubrimientos de las vacunas y los avances en las condiciones
y técnicas quirúrgicas, condujo a una mejora en las condiciones de salud de la
población. Pero sobre todo fueron los desarrollos de los sistemas de
saneamiento e higiene urbanos los que permitieron controlar enfermedades que,
hasta esa época, habían tenido consecuencias fatales.
Afiche publicitario de la novedad: el cinematógrafo |
Aparecieron y se difundieron
nuevas formas de esparcimiento y entretenimiento. La afición por los deportes
se extendió rápidamente, si bien las exigentes condiciones de trabajo que
soportaban los obreros limitaban su posibilidad de practicarlos. En 1896, se
llevaron a cabo en Atenas los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna. La
mejora de las calles y rutas facilitó la difusión de uno de los símbolos
populares del progreso de fm de siglo: la bicicleta. La bicicleta comenzó
siendo un lujo al alcance de los ricos.
Más tarde su uso se generalizó y
se convirtió en un medio de transporte popular. El nuevo lujo de los ricos pasó
a ser el automóvil. La producción anual de automóviles era limitada; en 1900 se
fabricaron solamente 9.000 autos en todo el mundo. El salto en la fabricación
se produjo con el modelo T de Ford: en 1916 se fabricaron 735.000 unidades
solamente de este modelo.
Los Hermanos Lumiere: Inventores del séptimo arte
Auguste y Louis Lumiere |
Científicos autodidactas e
inventores talentosos, Auguste y Louis Lumiere dieron vida a la fotografía al
inventar una de las artes más importantes del siglo xx, el cine. A menudo se
ignora que también fueron los padres de la fotografía en color.
Como fueron los inicios de los
hermanos? Claude-Antoine Lumiére estaba orgulloso de sus dos hijos. Transmitió
a Auguste, nacido en 1862, y a Louis, dos años menor, su pasión por la
fotografía. En el estudio de Lyon de la familia Lumiére, ambos niños se
familiarizaron con las técnicas para hacer tomas y los procedimientos para
desarrollar negativos, aprendiendo muy pronto todo lo que había que saber sobre
la exposición de las placas, el lavado, el barnizado ... Alumnos brillantes,
ambos hermanos ingresaron en el liceo La Martiniére, donde obtuvieron numerosos
premios; sin embargo, debido a sus constantes e intensas jaquecas no pudieron
preparar el concurso para ingresar en la Escuela politécnica. No les fue
necesario asistir a este prestigioso establecimiento, ya que muy pronto se
convirtieron en distinguidos químicos.
En el estudio de su padre, la
pareja de jóvenes se interesó por los experimentos que este último había
emprendido para desarrollar emulsiones más eficientes, y en 1881 elaboraron una
fórmula sobre base de gelatina y bromuro para recuperar las placas
fotográficas. Ese mismo a Auguste tuvo que hacer el servicio militar. Sin
embargo, Louis no abandonó investigaciones, y por su cuenta desarrolló una
placa seca sobre la base de gelatina y bromuro de plata, que comercializó con
un éxito increíble bajo el nombre «Etiquetas azules».
¿Cuáles son los antepasados del
cine? El cine tiene tras de sí una larga historia plagada de intentos de
reproducir imágenes en movimiento. Los aparatos antiguos que hoy sólo se
utilizan como curiosidad y documentos, fueron los primeros pasos de la técnica
cinematográfica. Uno de sus antepasados directos es la linterna mágica que
construyó el alemán Athanasius Kircher, en 1646. Se trataba de un aparato
formado por una sencilla caja con un agujero donde iba fijada una lente. En la
caja había una lámpara de aceite.
Entre la lámpara y la lente se
colocaba una plancha de vidrio pintada con imágenes, que se proyectaban sobre
la pared blanca. Cuando, un siglo más tarde, se conoció el principio de la
persistencia de las imágenes en la retina del ojo humano, se dieron nuevos
intentos, pero hasta la llegada de la fotografía no se pensó en la posibilidad de
crear instrumentos capaces de reproducir una serie continua de fotografías de
modo que se crease la ilusión de movimiento.
Los hermanos franceses Louis y
Auguste Lumiere consiguieron, tras muchos intentos fallidos, presentar en
público su invento, ofreciendo la primera proyección cinematográfica la noche
del 28 de diciembre de 1895: se organizó una demostración de pago en los bajos
del Grand Café de París, organizada por Clément Maurice. La entrada valía un
franco y asisistieron 33 personas. Los hermanos Lumiere llamaron
«cinématographe» al instrumento que servía al mismo tiempo para la toma de
imágenes en movimiento y su proyección en una pantalla. Hoy en día no quedan
rastros del Grand Café, pero en el número 14 de la calle, entre modernas
tiendas, puede leerse una lápida de mármol que recuerda el memorable
acontecimiento.
El primer cortometraje se
titulaba La salida de los obreros de los talleres Lumiére y recogía una
instantánea de la realidad. Otras películas fueron La llegada de un tren a la
estación y la divertida El regador regado. ¿Cómo reaccionó el público? La
proyección suscitó un gran entusiasmo. El público se sentía fascinado en
aquella atmósfera de maravilla creada por el artilugio de los Lumiere, cuando
veía el tren que expulsaba humo y a los viajeros bajar y subir como si
estuvieran «allí mismo», y se divertía con el gracioso jardinero que en vez de
regar las flores se regaba a sí mismo.
Llegada del tren a la estación
El regador regado
Para los espectadores de aquella
velada el cine fue una maravilla de la técnica. Entre el público también había
periodistas; uno de ellos comentó que el espectáculo era de una autenticidad
increíble, otro escribió: «Este es uno de los momentos más extraordinarios de
la historia de la humanidad».
El éxito fue inmediato y
clamoroso. Las películas de los Lumiere dieron la vuelta al mundo desde 1896,
llevando a todos los lugares el conocimiento de su extraordinario invento. Así
nació la industria cinematográfica y con ella una nueva forma de expreSión
artística.
En la velada de la proyección,
los hermanos no se encontraban en la sala porque se sentían vencidos por la
fatiga y, quizás también por la emoción. Fue su padre quien organizó el
histórico acto. El cine era ya una realidad, a ellos les cabe el mérito de
haber puesto a punto una cámara más eficaz que las anteriores y de haber
iniciado la difusión de este nuevo medio de comunicación en todos los países
del mundo, adonde llegaron sus técnicos y sus cámaras portadoras de ciencia,
pero también de sueños e ilusiones.
La comercialización no estuvo
exenta de dificultades, pero la
tenacidad de Lumiére fue tal que evitaron por poco la quiebra. Louis, liberado
de sus o obligaciones militares después de un año se reunió con su hermano y
juntos, e vencidos del éxito que tendrían sus casas fotográficas, decidieron lanzarse
a aventura industrial. Con la ayuda financiera de varios amigos de la familia,
Louis y Auguste pudieron formar su empresa cuyo plantel contaba con una decena
empleados a fines de 1884. Cuando estaban ocupados analizando sus fórmulas
químicas, ambos inventores perfeccionaban sus habilidades como empresars
negociando encarnizadamente la me innovación, patentando sus inventos creando
sus propias máquinas herramienta para mejorar la producción. La puesta a punto
de las «Etiquetas azules extrarrápidas» resultó un triunfo comercial y la
fortuna parecía asegurada, no obstante, ambos hermanos no pretendían sentarse
en los laureles, por vía ignoraba su existencia.
Se filmaron pequeñas escenas para
una proyección pública que tendría lugar en París. El 28 de diciembre de 1895,
en el Grand Café du Boulevard des Capucines se realizó la primera función
pública —y pagada— del «Cinematógrafo Lumiere». El programa ofrecía: Salida de
los obreros de la fábrica Lumiére en Lyon, Escena infantil, Los peces roios,
La llegada del tren, El regimiento, Herrador, Jugadores de cartas, Destrucción
de las malas hierbas, El muro y finalmente Baños en el mar.
El entusiasmo fue inmediato y espectacular. La muchedumbre se agolpó en el boulevard e incluso en las calles adyacentes, para poder divisar las famosas «imágenes en movimiento».
Primer programa del "Cinématographe" en el Salon indien du Grand Café à Paris. |
El entusiasmo fue inmediato y espectacular. La muchedumbre se agolpó en el boulevard e incluso en las calles adyacentes, para poder divisar las famosas «imágenes en movimiento».
Baños en el mar
Georges Méliés, director del
teatro Robert Houdin, y muchos otros ofrecieron sumas desorbitadas a los
Lumiere para comprar su procedimiento, pero Auguste y Louis rechazaron
categóricamente todas las propuestas. No tenían intenciones de despojarse de su
invento y se dieron cuenta de la ventaja financiera que podrían sacar.
El cine no estaba a la venta,
sería explotado por concesionarios a cambio de una «módica» suma, el 50% de los
ingresos. Para lanzar su cinematógrafo, ambos hermanos no dudaron en
proporcionar gratuitamente los aparatos, las películas y hasta los operadores.
Pronto, en toda Francia, y luego en el mundo entero, todos deseaban tener
cines.
Por un tiempo, el cine fue
considerado una atracción menor, incluso un número de feria, pero cuando George
Méliès usó todos sus recursos para simular experiencias mágicas, creando
rudimentarios -pero eficaces- efectos especiales, los noveles realizadores
captaron las grandes posibilidades que el invento ofrecía. De esta manera, en
la primera década del siglo XX surgieron múltiples pequeños estudios fílmicos,
tanto en Estados Unidos como en Europa.
Georges Melies: Viaje a la luna (1902)
Auguste falleció en Lyón, (1954)
y Louis en Bandol, Francia, (1948),
ambos fueron filántropos, es decir apoyaron proyectos de obras para bien social
a traves de aoportes económicos. Actualmente su cámara de fotografía color esta
en el museo de cine de Paris, con la de George Méliès.