Tras el derrocamiento del
gobierno del general Perón en septiembre de 1955, con el apoyo de sectores anti de mocráticos se desató una feroz
persecución contra los sectores populares y patrióticos, particularmente en el
movimiento obrero y las fuerzas armadas, como parte de la política de
restauración oligárquica, hambreadora y entreguista al imperialismo, que impuso
la dictadura militar de Aramburu-Rojas.
El Vapor "Washington" |
Los responsables del golpe
de estado habían ordenado una caza de presos políticos, entre ellos algunos
militares peronistas, quienes habían sido detenidos en el buque-cárcel
"Washington", anclado aguas adentro del Puerto de Bs. As. Entre ellos
se encontraban los generales Juan José Valle y Raúl Tanco, y otros oficiales
leales al gobierno derrocado. Organizaban una Conspiración para organizar un levantamiento
que pretendía el cese de la persecución al peronismo; la restauración de la
Constitución de 1949, y la libertad de todos los detenidos por razones políticas.
Grales Juan José Valle y Raúl Tanco |
Junto a los generales Juan
José Valle y Tanco se alineaban los coroneles Oscar Cogorno, Alcibíades
Cortínez, Ricardo Ibazeta; capitán Jorge Costales, entre otros.
Aramburu y Rojas, autoproclamados
Presidente y Vice del gobierno, sabían de la conspiración pues habían
infiltrado al grupo, pero deciden no abortarla. La prueba del conocimiento de los
sucesos que se estaban gestando la da que en la noche del 8 de junio de 1956
son apresados cientos de dirigentes gremiales para restar base social al
movimiento. El dictador Aramburu viaja ese día a Santa Fe, pero deja firmado el
decreto 10.362 de Ley Marcial, y los decretos 10.363/56, de pena de muerte, y
el 10.364 de las personas a fusilar. Tan impune era la situación que estos decretos
eran correlativos y se publicaron así en el Boletín Oficial con posterioridad.
La escuela técnica Salvador Debenedetti hoy |
El proyecto del movimiento
de resistencia era emitir una "proclama revolucionaria", a las 23 del
9 de junio. El momento escogido para lanzarse a la acción era la transimisión
una pelea por radio en el Luna Park. El grupo de Valle era comandado por el
coronel José Irigoyen, el capitán Costales y varios civiles. La radio se instaló en la Escuela Técnica N° 5
"Salvador Debenedetti" en Avellaneda, aguardando el momento acordado.
Pero a las 22:30, un grupo comando irrumpió en la escuela y los arrestó,
abortando los planes del grupo restaurador. Sólo pudo escucharse en la
provincia de La Pampa.
La masacre |
Entre el 9 y el 12 de
junio de 1956, murieron fusilados y asesinados 31 patriotas revolucionarios
peronistas. En estos hechos, a los que Rodolfo Walsh hizo conocidos posteriormente
como "Operación Masacre", fueron ultimados, en horas de la madrugada
del 10 de Junio: Mario Brión, Vicente Rodríguez, Carlos Lizaso, Nicolás
Carranza y Francisco Garibotti. El brutal crímen se realizó en un caos absoluto,
en un basural de José León Suárez.
Los detenidos fueron
bajados a empujones de los camiones, no se los hizo formar ni se armó pelotón alguno
y se los asesinó por la espalda. El desorden reinante permitió que, aunque
algunos murieran, otros lograran escapar, sin recibir ni un impacto de bala.
Los que escaparon fueron los testigos de la saña y el sadismo de los
represores.
Cnel José A Irigoyen |
El Capitán Jorge M.
Costales y los civiles Osvaldo Alvedro, Dante H. Lugo, Clemente Ros y Norberto
Ros, que al mando del Coronel José A. Irigoyen, eran los encargados de instalar en
Avellaneda el grupo que iba a difundir la proclama, fueron asesinados en la Unidad
Regional de la Policía de Lanús en la madrugada de ese mismo día 10 de junio.
El Coronel Oscar L.
Cogorno, jefe del levantamiento en La Plata, fue ejecutado en el Regimiento 7.
El Subteniente de Reserva Alberto Abadíe, que se hallaba herido, es curado y al
anochecer del 12 de Junio, enfrentado al pelotón y ejecutado. También murieron Carlos
Irigoyen, Ramón Videla y Rolando Zaneta.
El 10 de Junio, fueron
juzgados en Campo de Mayo los Coroneles Alcibíades E. Cortinez y Ricardo
Salomón Ibazeta, y cuatro oficiales subalternos: Dardo N. Cano, Eloy L. Caro,
Jorge L. Noriega y Néstor M. Videla. El tribunal resolvió que no se condene a
muerte a los siete acusados, pero el Almirante Isaac Rojas ordena por decreto el fusilamiento ignorando
la decisión del tribunal.
Al mismo tiempo fueron
fusilados en la Escuela de Mecánica del Ejército los cuatro suboficiales que la
habían tomado: Miguel A. Paolini, Ernesto Gareca, Isauro Costa y Luís Pugnetti.
En la Penitenciaría Nacional de la Av. Las Heras, se fusila a los tres
suboficiales del Regimiento 2 de Palermo que intentaron tomarlo: Hugo E. Quiroga,
Luciano I. Rojas y José M. Rodríguez. Ese
mismo 11 de Junio baleado frente al Automóvil Club Argentino Miguel Ángel
Mauriño, quien es llevado al Hospital Fernández, donde murió.
El 12 de Junio se entregó
el General Juan José Valle, a cambio del cese de la matanza, tras recibir la
amenaza de asesinar a un detenido por día hasta su detención. Fue fusilado esa
misma noche en la Penitenciaría Nacional pese a que ya se había levantado Ley
Marcial.
Maguila Ghioldi |
"Se acabó la leche de
la clemencia" manifestaría después el dirigente "socialista"
Américo Ghioldi, mientras trataba infructuosamente la pilosidad de su cuerpo...
Las incomparables ilustraciones De Solano López |
Todas las ejecuciones ocurrieron
en menos de 72 horas, en seis lugares distintos; todas violaban el artículo 18
de la Constitución Nacional: "...queda abolida para siempre la pena de
muerte por motivos políticos...". No hubo juicio previo, ni derecho a
defensa de ningún tipo, ni ninguna posibilidad de indulto, sino que la misma
madrugada del alzamiento comenzó la matanza.
En algunos casos se aplicó
retroactivamente la Ley Marcial a quienes habían sido detenidos con
anterioridad a su dictado, en otros se pasó por sobre la cosa juzgada, en otros
no se tomó en cuenta el desistimiento de la acción armada, que hacen a la
primera intimación los acusados; en otros se aplicó la Ley Marcial cuando ya no estaba en vigencia. Se trató, en
definitiva, de un bárbaro asesinato, arbitrario e ilegal.
De allí nacieron muchos de
los odios que perduraron en las décadas siguientes. Hubo también mucho de
simbolismo en todas estas muertes "ejemplificadoras", porque allí, en
los basurales de José León Suárez,
comienza a distinguirse la siniestra cara de lo que luego sería el
Terrorismo de Estado.
Carta
del general Juan José Valle antes de ser fusilado, dirigida al presidente Pedro
Eugenio Aramburu
Dentro
de pocas horas usted tendrá la satisfacción de haberme asesinado. Debo a mi
Patria la declaración fidedigna de los acontecimientos. Declaro que un grupo de
marinos y de militares, movidos por ustedes mismos,son los únicos responsables
de lo acaecido. Para liquidar opositores les pareció digno inducirnos al
levantamiento y sacrificarnos luego fríamente.
Nos
faltó astucia o perversidad para adivinar la treta. Así se explica que nos
esperaran en los cuarteles, apuntándonos con las ametralladoras, que avanzaran
los tanques de ustedes aun antes de estallar el movimiento, que capitanearan
tropas de represión algunos oficiales comprometidos en nuestra revolución.
Con
fusilarme a mí bastaba. Pero no, han querido ustedes, escarmentar al pueblo,
cobrarse la impopularidad confesada por el mismo Rojas, vengarse de los
sabotajes, cubrir el fracaso de las investigaciones, desvirtuadas al día
siguiente en solicitadas de los diarios y desahogar una vez más su odio al
pueblo. De aquí esta inconcebible y monstruosa ola de asesinatos. Entre mi
suerte y la de ustedes me quedo con la mía. Mi esposa y mi hija, a través de
sus lágrimas verán en mí un idealista sacrificado por la causa del pueblo. Las
mujeres de ustedes, hasta ellas, verán asomárseles por los ojos sus almas de
asesinos.
Y
si les sonríen y los besan será para disimular el terror que les causan. Aunque
vivan cien años sus victimas les seguirán a cualquier rincón del mundo donde pretendan
esconderse. Vivirán ustedes, sus mujeres y sus hijos, bajo el terror constante
de ser asesinados. Porque ningún derecho, ni natural ni divino, justificará
jamás tantas ejecuciones. La palabra ‘monstruos’ brota incontenida de cada
argentino a cada paso que da.
Conservo
toda mi serenidad ante la muerte. Nuestro fracaso material es un gran triunfo
moral. Nuestro levantamiento es una expresión más de la indignación
incontenible de la inmensa mayoría del pueblo argentino esclavizado.
Dirán
de nuestro movimiento que era totalitario o comunista y que programábamos
matanzas en masa. Mienten. Nuestra proclama radial comenzó por exigir respeto a
las Instituciones y templos y personas. En las guarniciones tomadas no
sacrificamos un solo hombre de ustedes. Y hubiéramos procedido con todo rigor
contra quien atentara contra la vida de Rojas, de Bengoa, de quien fuera.
Porque no tenemos alma de verdugos. Sólo buscábamos la justicia y la libertad
del 95% de los argentinos, amordazados, sin prensa, sin partido político, sin
garantías constitucionales, sin derecho obrero, sin nada. No defendemos la
causa de ningún hombre ni de ningún partido.
Es
asombroso que ustedes, los más beneficiados por el régimen depuesto, y sus más
fervorosos aduladores, hagan gala ahora de una crueldad como no hay memoria.
Nosotros defendemos al pueblo, al que ustedes le están imponiendo el
libertinaje de una minoría oligárquica, en pugna con la verdadera libertad de
la mayoría, y un liberalismo rancio y laico en contra de las tradiciones de nuestro
país. Todo el mundo sabe que la crueldad en los castigos la dicta el odio, sólo
el odio de clases o el miedo. Como tienen ustedes los días contados, para
librarse del propio terror, siembran terror.
Pero
inútilmente. Por este método sólo han logrado hacerse aborrecer aquí y en el
extranjero. Pero no taparán con mentiras la dramática realidad argentina por
más que tengan toda la prensa del país alineada al servicio de ustedes. Como
cristiano me presento ante Dios que murió ajusticiado, perdonando a mis
asesinos, y como argentino, derramo mi sangre por la causa del pueblo humilde,
por la justicia y la libertad de todos no sólo de minorías privilegiadas.
Espero que el pueblo conocerá un día esta carta y la proclama revolucionaria en
las que quedan nuestros ideales en forma intergiversable.
Así
nadie podrá ser embaucado por el cúmulo de mentiras contradictorias y ridículas
con que el gobierno trata de cohonestar esta ola de matanzas y lavarse las
manos sucias es sangre.
Ruego
a Dios que mi sangre sirva para unir a los argentinos. Viva la patria.
Juan
José Valle.
Buenos
Aires, 12 de junio de 1956.
Los
fusilados
MILITARES
Gral. de División JUAN
JOSE VALLE
Coronel RICARDO SANTIAGO
IBAZETA
Coronel ALCIBIADES EDUARDO
CORTINES
Coronel JOSE ALBINO
IRIGOYEN
Tte. Coronel OSCAR LORENZO
COGORNO
Capitán ELOY LUIS CARO
Capitán DARDO NESTOR CANO
Capitán JORGE MIGUEL
COSTALES
Tte. Primero JORGE
LEOPOLDO NORIEGA
Tte. Primero NESTOR MARCEL
OVIDELA
Subteniente ALBERTO JUAN ABADIE
Suboficial Ppal. MIGUEL
ANGEL PAOLINI
Suboficial Ppal. ERNESTO
GARECCA
Sargento Ayte. LUIS
PUGNETTI
Sargento HUGO ELADIO QUIROGA
Sargento LUIS BAGNETTI
Cabo MIGUEL JOSE RODRIGUEZ
Cabo Músico LUCIANO ISAIAS
ROJAS
CIVILES
CLEMENTE BRAULIO ROSS
NORBERTO ROSS
OSVALDO ALBERTO ALBEDRO
DANTE HIPOLITO LUGO
ALDO EMIR JOFRE
MIGUEL ANGEL MAURIÑO
ROLANDO ZANETTA
RAMON RAULVIDELA
CARLOS IRIGOYEN
CARLOS ALBERTO LIZASO
NICOLAS CARRANZA
FRANCISCO GARIBOTTI
MARIO BRIÓN
VICENTE RODRIGUEZ