jueves, 10 de enero de 2013

10 de enero de 1930: Nace Paco Urondo



Francisco "Paco" Urondo nació en Santa Fe en 1930. Poeta, periodista, académico y militante de la organización Montoneros, donde pertenecía al equipo de prensa.

Dió su vida luchando por el ideal de una sociedad más justa.

"No hubo abismos entre experiencia y poesía para Urondo." -dice Juan Gelman-, "corregía mucho sus poemas, pero supo que el único modo verdadero que un poeta tiene de corregir su obra es corregirse a sí mismo, buscar los caminos que van del misterio de la lengua al misterio de la gente.





Paco urondo (Al centro)


Paco fue entendido en eso y sus poemas quedarán para siempre en el espacio enigmático del encuentro del lector con su palabra.

Fue -es- uno de los poetas en lengua castellana que con más valor y lucidez, y menos autocomplacencia, luchó con y contra la imposibilidad de la escritura.






Juan Gelman
“Yo empuñé las armas porque busco la palabra justa” es, quizá, la frase más famosa de Francisco Urondo. Una frase que Juan Gelman, su entrañable amigo, alguna vez le oyó decir como al pasar y en la que se atisba cierto temple cervantino. Poeta, periodista, militante y guerrillero; hijo de una dialéctica que no discernía la acción de la palabra, Paco Urondo fue un hombre de armas y de letras en un momento en que el mundo parecía estar ahí de dar un vuelco. “Años de calentura histórica” (las palabras son de David Viñas) en los que un poema del líder vietnamita Ho Chi Minh repicaba en el Parnaso de los poetas de izquierda, arengándolos en el deber de saber combatir y “armar de acero los versos” que escribieran, y en los que una mítica revista literaria argentina (cuyo nombre no fue otro que La rosa blindada) pretendía que la poesía fuera “un artículo de primera necesidad como el pan y el fusil” en América latina.

La consecuente labor poética de Urondo no sólo no entró en contradicción con su militancia política sino que tampoco se subordinó a ella. Urondo dejó en claro –en el ethos de héroe trágico que aunó su obra y su vida– que no era necesario abandonar la escritura para hacer uso de las armas. A diferencia de Rodolfo Walsh, su compañero de militancia en Montoneros, Urondo no se vio ante esa disyuntiva. Un dilema que al autor de Operación masacre lo llevó a ver la literatura como una adicción de la que era necesario reponerse. “Poética, en griego, quiere decir acción”, afirmaba en 1973 Urondo en una entrevista. “En este sentido, no creo que haya demasiadas diferenciaciones entre la poesía y la política (...) Por la poesía, por la necesidad de usar las palabras en toda su precisión y significación he llegado al tipo de militancia que ahora tengo.” De esos dichos al “Ya no escribo más” que, en uno de sus arrebatos por abandonar la ficción, Walsh anotaba en su Diario por aquel entonces  hay, en efecto, una clara diferencia.










El 17 de junio de 1976, con motivo de una encerrona de fuerzas conjuntas de la policía y el ejército, muere Paco Urondo en Mendoza. Tenía 46 años









 
La vida y la muerte en la revolución


“Decime una cosa, Simón: ¿a vos te gusta la gente?” No, así como estaban, no. A él le pasaba lo mismo; a Mateo también. A Marcos, seguramente, quién sabe, al mismo Che: sin embargo se arriesgaron por esa gente, por esos hombres insatisfechos; murieron por ellos”

Francisco Urondo. Los pasos previos. 1971

¿Qué estaba pensando Urondo  a inicios del ’70 respecto de la función del arte, la poesía, la cultura, la revolución, la vida y la muerte? Para buscar respuestas vamos a mirar algunos textos significativos: la novela Los pasos previos, escrita en el ’71 y publicada en el ‘73; Trelew. La Patria Fusilada, reportaje publicado por Crisis en el mismo año y que Urondo ha realizado a los tres sobrevivientes de la masacre perpetrada el 22 de agosto de 1972, un día antes de la liberación de todos los presos políticos  que se concreta en el inicio del gobierno de Cámpora; y un artículo referido a la vanguardia y los intelectuales en la revolución, que publica en septiembre del ‘74 junto a algunas poesías que pertenecen al libro Cuentos de Batalla.



La Patria Fusilada expresa la línea peronista del revolucionario Urondo y pone en evidencia una tensión entre populismo y vanguardia. Se plantea que la acción represiva, que se viene produciendo desde el 16 de junio de 1955, busca “separarnos a nosotros de Perón y del pueblo”: es decir a la formación de vanguardia guerrillera del líder y la masa e impedir el proceso electoral. Creen que si Perón es desplazado, el peronismo se puede integrar al sistema. La guerrilla está definida como “una expresión política del pueblo en condiciones de represión y de opresión extremas”. Ha sido aceptada por el pueblo a pesar de estar integrada por militantes cuya extracción de clase no es popular u obrera porque “el pueblo mismo tenía experiencia de violencia y de lucha que venía haciendo por sí solo” y porque lo que importa es la inclusión de clase. Así es como la masacre de Trelew genera una reacción popular tan importante que coloca a la dictadura en retirada.

En Crisis, en 1974, sostiene que la vanguardia debe existir para modificar el estado de cosas y tiene que construirse no solamente en el terreno político sino también en el cultural porque actúan en permanente interrelación. Hay que colocarse en el momento histórico, conocer el estado de situación para no actuar a espaldas de la realidad que, desde su punto de vista, sería la forma de hacer política del ultraizquierdismo, y que lleva al vanguardismo, es decir al desprendimiento del conjunto de la sociedad aunque advierte también que no hay que caer en el populismo. En ese facilismo de decirle al pueblo todo el tiempo que sí.



Le da principalidad al rol del intelectual en el movimiento revolucionario de vanguardia pero dice que los intelectuales tienen “un enemigo difícil de aislar y de aniquilar. Ese enemigo son ellos mismos. O dicho de otra manera, a estos trabajadores de las ideologías, lo que más les obstaculiza la tarea es la propia ideología.”

Otro tema que aparece en este artículo es su concepto de la muerte. Urondo, lejos del “culto a la muerte”, sostiene:

“El Che decía que la revolución es un acto de amor. Y es cierto, porque los actos de amor requieren entrega y lucidez”.

“Osar morir da vida”, me recordaba Lezama Lima que alguna vez dijo José Martí. Cuando se considera a la vida una propiedad privada, sólo el heroísmo, con su carga de posteridad o, en el mejor de los casos, de búsqueda de inmortalidad, permite la osadía de ponerla en riesgo. Pero el sentido de la osadía que propone Martí no es individualista, sino que responde a una concepción ideológicamente más generosa. Porque la vida no es una propiedad privada, sino el producto del esfuerzo de muchos. Así, la muerte es algo que uno no solamente no define, que no sólo no define el enemigo ni el azar, que tampoco puede ponerse en juego por una determinación privada, ya que no se tiene derecho sobre ella: es el pueblo, una vez más, quien determina la suerte de la vida y de la muerte de sus hijos.”

Esta misma reflexión van a realizar sus personajes de Los pasos previos. Es una concepción comunista: la vida y la muerte son hechos colectivos. Además este concepto está en toda la lógica de la época en el sentido de que en la prolongada tarea en pro del triunfo de la revolución y por la liberación de la humanidad, las clases dominantes, a medida que aumenten los niveles de lucha, van a aumentar los niveles de tortura, represión y barbarie, y por lo tanto también crece el riesgo de morir.


Rodolfo Walsh, E. Coronel, José Vázquez, R. de Luca y Raimundo Ongaro
Se entrecruzan en la novela textosde ficción con entrevistas que le hacen en Cristianismo y Liberación a Raimundo Ongaro de la CGT, y textos de Rodolfo Walsh, o escritos en conjunto por Ongaro y Walsh. Estos discursos ponen en escena la cantidad de discusiones que se daban en la Argentina en el ’66,’67,’68 en relación a si era posible o no la lucha armada, de qué manera tenía que llevarse adelante; si el foquismo y la guerra revolucionaria de Guevara, tal como se había expresado hasta su muerte en Bolivia, debía tener modificaciones o no; cómo debe evaluarse la experiencia de guerrilla urbana que están desarrollando los Tupamaros en el Uruguay; cuál era el papel de los intelectuales en la revolución y cuál, el rol de Cuba. Se contrastan las visiones de la nueva y la vieja izquierda, con clara inclinación hacia la nueva y presentando a la vieja como encerrada en dogmas que no le permiten el encuentro con la realidad como por ejemplo, no puede comprender el cordobazo.


En el relato ficcionalizado aparecen artistas, intelectuales, actrices, actores, pianistas, escritores que llevan una vida bohemia, de halago para el propio cuerpo; y en determinado momento algunos de ellos se van a integrar a la lucha armada. Además se van presentando escenas eróticas y de enamoramientos a medida que se desarrolla la propia militancia. Urondo se atreve de esta manera a romper con el modelo del militante puritano que debe renunciar al goce de la vida para desarrollar su militancia. Y lo hizo no sólo con las temáticas que circulan por sus escritos sino además en su vida práctica.


Paco era un tipo lleno de vida que sin embargo eligió morir para no delatar a sus compañeros. Entendía su muerte como un mandato colectivo y le horrorizaba lo que podía significar la tortura en cuanto a romper las barreras de las personas y obligarlas a delatar a otras; probablemente desde esta perspectiva del horror a la delación es que tenga que interpretarse la cuestión de la pastilla de cianuro en Urondo .  No desde el punto de vista del culto a la muerte y no tampoco de lo que quería la organización Montoneros, respecto de lo que ellos consideraban debían ser héroes inquebrantables; justamente Urondo lo que estaba pensando es que él no era inquebrantable, y que lo que no quería hacer era delatar porque le parecía el acto más indigno.


Bibliografía:

Urondo, Francisco.
*Los pasos previos, Bs.As. Adriana Hidalgo editora S.A., 1999.
*Poemas de batalla. Antología poética 1950-1976. Selección y prólogo de Juan Gelman. Bs.As., Seix Barral, 1998.
*“La patria fusilada. Testimonios de María Antonia Berger, Alberto Miguel Camps y René Haidar, sobrevivientes de Trelew”, Bs.As., Crisis N°4, agosto 1973.
*“Textos y Poemas”, Bs.As., Crisis N°17, setiembre 1974.

2 comentarios:

  1. A veces no basta con estar vivo, hace falta vivir. Tipos como Urondo, Gelman, el Che y tantos otros lo sabían. Por eso fueron lo que son. Por eso no mueren, y como dice Galeano, son nacedores natos.
    Muy buen análisis.
    Me seguiré emocionando siempre con la frase "Yo empuñé las armas porque busco la palabra justa."

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