jueves, 20 de diciembre de 2012

Academia Porteña del lunfardo



21 de diciembre de 1962: Nace la Academia Porteña  del Lunfardo


Por Hugo Gregorutti para eldiario.com.ar

 


Sus Bodas de Oro


La Academia Porteña del Lunfardo se fundó el 21 de diciembre de 1962 con el fin de seguir la evolución del vocabulario popular rioplatense: el lunfardo. La jerga encontró su espacio adecuado para expresarse en las letras tangueras, prácticamente desde el nacimiento del tango-canción. Numerosos escritores han concretado trabajos, libros, investigaciones sobre este lenguaje único y ya son varios los diccionarios editados.

A veces mal llamada Academia Argentina del Lunfardo, por la expansión que el vocabulario alcanzó en el orden nacional, está cumpliendo los 50 años. Su objetivo liminar fue el de revalorizar las expresiones culturales -teatro, tango, costumbrismo, poesía popular urbana- que se han valido y se valen del léxico lunfardesco. Es una institución privada (ONG), sin fines de lucro, sostenida por un millar de personas que pagan una pequeña suma anual para asegurar su sostenimiento y financiar su actividad. Tiene personería jurídica y está exenta del impuesto a las ganancias. Ha editado libros, diccionarios, folletos y artículos relacionados con el lunfardo en particular y con la cultura popular en general. También ofrece al público servicios gratuitos, como el acceso a su biblioteca y archivos lexicológicos. Su primer presidente fue José Barcia durante casi 20 años (1962/1981). Le sucedieron Marcos Morínigo (1981/1985); Sebastián Piana (1985/1994) y quien ocupa actualmente el cargo: José Gobello. La incesante aparición de términos nuevos en este vocabulario, aggiornado por usos y costumbres de nuevas generaciones (Bajá un cambio, Mascanuca) obliga a tener que emitir diccionarios actualizados, cada vez de mayor volumen.








PIONEROS
 



La iniciativa surgió de José Gobello, Nicolás Olivari y Amaro Villanueva. El mismo Gobello, acompañado por Luis Soler Cañas, Nélida Federico y León Benarós, convirtió esos propósitos en realidad al convocar a un grupo de escritores y periodistas para considerar la creación de un instituto dedicado a la investigación lingüística y, en particular, el estudio de la evolución del habla coloquial de Buenos Aires.

José Barcia (1962-1981), inmigrante de Galicia, médico pionero de la neurología, fue un periodista de larga trayectoria. Marcos Augusto Morínigo (1981-1985), lingüista de vasto renombre, alumno de Joseph Vendryes y miembro correspondiente de la Real Academia Española. Sebastián Piana (1903-1994), reconocido músico del tango que logró gran popularidad con Caserón de Tejas, Tinta Roja y como recreador de la antigua milonga porteña. José Gobello, nacido en Martínez (Buenos Aires) en 1919, es escritor, poeta y ensayista, autor de Lunfardía (1953). Fue secretario desde antes de la fundación formal de la Academia. En su labor como periodista, Gobello incursionó en El Diario. Nicolás Olivari (1900-1966), periodista y poeta, escribió varios tangos, el más difundido La violeta, que grabó Gardel en 1930 y Troilo con Jorge Casal en 1951. Amaro Villanueva (1900-1969) nació en Gualeguay y fue narrador, ensayista y periodista, desempeñándose también en El Diario. Luis Soler Cañas, porteño de la Generación Poética del ’40, escribió Orígenes de la Literatura del Lunfardo (1965) y Antología del Lunfardo (1976). Nélida Federico (1920/2007), bandoneonista y cantante, actuó en teatros, programas de tango de radio y televisión. A los 80 años de edad grabó su primer y único disco, y continuó tocando hasta un año antes de morir, cuando ofreció su último recital en la Academia del Lunfardo. Como pintora de óleos obtuvo premiaciones. Era hermana del célebre Domingo Federico; lo acompañó a dúo en el canto, y quedó a cargo de la primera orquesta de señoritas, que había formado el autor de Yuyo verde. León Benarós (1905-2012) falleció el 25 de agosto pasado. Poeta bonaerense, historiador, abogado, crítico de arte, reconocido en América. Apasionado folklorista y tanguero, se destacan en cada género sus obras: la zamba La tempranera y Los Siete para el Tango, donde recorre biografías desde Rosendo Mendizábal a Rosita Quiroga. Registró 250 temas suyos en Sadaic. Escribió el libro Literatura del Lunfardo (1965). Los nombrados han sido pilares de la Academia del Lunfardo.

José Gobello, presidente de la Academia, con el último de los diccionarios.




Sede



Durante sus primeros años, la Academia funcionó en un pequeño local de la calle Lavalle, donde comenzó a organizarse la biblioteca, bajo la dirección de Enrique Del Valle, quien pasó a ocupar un sillón académico. Al cumplir sus bodas de plata, en 1987, fue inaugurada su actual sede, más amplia, situada en calle Estados Unidos 1379, en Monserrat. Ello se pudo cristalizar gracias a la generosidad de amigos y benefactores. Cuenta el local con secretaría, salón de actos y biblioteca, la que gratuitamente ofrece sus servicios al público, así como su archivo y fichero lexicográfico. También la institución edita comunicaciones y obras sobre temas de su especialidad.



Actual sede de la Academia del Lunfardo, situada en Monserrat






Origen del vocabulario



El lunfardo es una jerga originada en ciudades portuarias de Argentina y Uruguay, principalmente Buenos Aires, Rosario y Montevideo. Se utiliza principalmente en la región del Río de la Plata, aunque desde el siglo XX varias de sus palabras han pasado a países vecinos, como Chile y Paraguay. Según el académico Luis Soler Cañas, el primer vocabulario lunfardo se publicó el 6 de julio de 1878 en el diario La Prensa, bajo el título El dialecto de los ladrones, de autor anónimo, que Cañas reprodujo en su Antología del Lunfardo. Allí mencionó como fuente de información de “la nueva lengua que se incuba en el seno mismo de Buenos Aires, a un Comisario de la Capital (hoy Policía Federal) que no identificó, consignando 29 voces y locuciones con sus respectivas traducciones. Entre las primeras figura lunfardo=ladrón, expresión como comprensiva del que hurta o roba, más tarde ampliada a estafador (cuentero) y luego a malviviente en general. El nuevo léxico utiliza también el término compadrito (individuo del suburbio porteño, provocativo, pendenciero; pantalón a la francesa, saco corto con trencilla, pañuelo largo anudado al cuello, sombrero de ala ancha y botines de taco militar”, concluye Cañas.

La jerga portuaria se trasladó al bajo pueblo, para luego avanzar sobre el centro ciudadano, terminando por ser una forma coloquial y popular porteña de comunicación, en constante aumento y desarrollo en todas las clases sociales. A punto tal de que, quienes no la usan en su habla, al menos la comprenden en gran parte. Su extraordinaria difusión y aún su condición de exportador de vocablos al resto de América Hispana y Portuguesa, ha dado lugar a que la Real Academia Española se viera obligada a registrar referencias contemporáneas al lunfardo, en la siguiente forma: RAE, Diccionario de la Lengua Española, Madrid 1984, XX Edición, 2 tomos, Editorial Espasa Calpe.





Atenti pebeta

Tango - 1929



Cuando estés en la vereda y te fiche un bacanazo,

vos hacete la chitrula y no te le deschavés;

que no manye que estás lista al primer tiro de lazo

y que por un par de leones bien planchados te perdés.

Cuando vengas para el centro, caminá junando el suelo,

arrastrando los fanguyos y arrimada a la pared,

como si ya no tuvieras ilusiones ni consuelo,

pues, si no, dicen los giles que te han echao a perder.



Si ves unos guantes patito, ¡rajales!;

a un par de polainas, ¡rajales también!

A esos sobretodos con catorce ojales

no les des bolilla, porque te perdés;

a esos bigotitos de catorce líneas

que en vez de bigotes son un espinel...

¡Atenti, pebeta!, seguí mi consejo:

yo soy zorro viejo y te quiero bien.



Abajate la pollera por donde nace el tobillo,

dejate crecer el pelo y un buen rodete lucí,

comprate un corsé de fierro con remaches y tornillos

y dale el olivo al polvo, a la crema y al carmín.

Tomá leche con vainillas o chocolate con churros,

aunque estés en el momento propiamente del vermut.

Después comprate un bufoso y, cachando al primer turro,

por amores contrariados le hacés perder la salud.



Letra: Celedonio Flores.

Música: Ciriaco Ortiz.



Atenti Pebeta por Edmundo Rivero

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